Mallorca 2016

Navegantes de Madrid organizó una salida desde el 13 de agosto hasta el 21, partiendo de Benicarló donde se encuentra atracado el Viajero Azul, un Bénéteau First 45 f5. Andrés de patrón, acompañados de Adela, María, Nelia, Alex, Pablo, Emilia y José. Quedamos por la noche del sábado 12 en la marina de Benicarló para agruparnos. Esa misma tarde se recibió la compra adquirida vía Internet al Mercadona local.

Consultada la meteo, no parecía haber problemas ni de mar ni de viento en la travesía de cruce hacia el sur de Mallorca, distancia hasta la Isla de Dragonera 100 millas, por lo que se estimó un tiempo cruce de unas 24 h hasta llegar a algún punto de la costa para fondear y buscar puerto. 

Zarpamos de Benicarló a las 09:30 RV 120º con cielo despejado, viento muy flojo del E. Se puso motor y se mantuvo una velocidad cercana a 5 nudos, para estabilizar el barco se izó la vela mayor. Iniciamos la travesía, alternando entre la tripulación el gobierno de la embarcación, atendiendo al piloto automático o navegación manual, y a los obstáculos que había, artes de pesca, plásticos y cruce de mercantes.

La aguerrida tripulación, durante la travesía
Los peligros a sortear, artes de pesca y mercantes

Durante el recorrido tuvimos cinco visitas de defines, las cuatro primeras eran pocos ejemplares que se dedicaban a chapotear cerca de nosotros o a nadar en nuestra proa. En una de ellas, aprovechando que se metieron a jugar en la proa, Alex consiguió un bonito video de sus evoluciones. Al final de la tarde se nos acercaron varias decenas de ellos en hilera que iban saltando paralelos a nuestro rumbo y a unos 100 m de nuestro babor.

Preparación de la cena

Por la noche, tras la cena, se establecieron las guardias de dos tripulantes con relevo cada dos horas, turnos de 22-24; 00-02; 02-04, 04-06 y 06-08, con los arneses y chalecos a mano por si hubiera necesidad de ir fuera de la bañera.

Las guardias nocturnas se vieron amenizadas con la observación de las perseidas, al ser la noche del 13 el momento final óptimo para su observación.

No hubo mayor novedad durante la navegación que el disfrute del anochecer, del amanecer y el cruce de algunos mercantes. Casi no hubo viento y no había ola.

Anochece camino a Mallorca
Llegamos a Mallorca, isla Dragonera a proa
Isla de Dragonera por el través de babor a las 09:45

Poco a poco se fue viendo la costa de Mallorca, tras un día de navegación. A las 08:45 se apreciaba perfectamente la isla de Dragonera en la proa, y pasamos por través de la zona acantilada del cabo Llebeitx, al sur de la isla, una hora después.

Pudimos apreciar la belleza de esta isla y los islotes circundantes que ha sido declarada parque natural (Parc natural de Sa Dragonera). Está separada de Mallorca por un canal de unos ochocientos metros y tiene una longitud e 3,5 km y 0,5 km de anchura. Presenta un relieve elevado e irregular, con acantilados elevados en su cara de poniente, mientras que en el lado de levante hay menores alturas. Se podían apreciar faros y torres de defensa.

Tras contactar por teléfono con la marina de Andratx, nos dijeron que no disponían de atraque, pero que esperáramos, por lo que decidimos fondear un rato en la cala Egos, situada al oeste del puerto de Andratx, hasta que nos confirmaran que no teníamos plaza para pasar la noche.

Esta cala tiene unos acantilados rocosos y una pequeña playa. Allí fondeamos al mediodía, para darnos un baño y comer. Las aguas estaban limpísimas y había numerosos peces de colores que se podían ver perfectamente.

cala Egos

Tras confirmarse que no había amarre libre en Andratx, se reservó en Palma de Mallorca, así que levamos ancla y realizamos la travesía de 20 millas hasta ese puerto.

Para ello había que pasar primero el cabo de la Mola y después el cabo Llamp. Tras superarlos pusimos rumbo para pasar a un tercio entre el espacio que dejan por un lado los islotes Toro y Torete con los islotes de la punta de Ses Barbines, más cerca de los primeros que de los últimos, ya que el calado era un poco incierto. En la cartografía digital Navionics aparecía una zona de poco calado en el centro y en la Guía Imray se mencionaba que había que acercarse a un tercio del Torete. 

La zona alrededor de la Isla del Toro es reserva marina y es muy visitada por buceadores. El paso entre los islotes está muy frecuentado por motoras que carecen de escrúpulos a la hora de dejar amplias estelas al pasar cerca de los barcos pequeños y de los veleros, obligando a éstos a hacer complicadas maniobras para contrarrestar el balanceo que provocan y pasar por los puntos en los que el calado permite que no se toque con la orza que se prolonga un par de metros y medio bajo el casco del velero.

Paso de Isla del Toro y Ses Barbines

Dos millas y media después, se llega al faro de la punta de Cala Figuera que domina la parte oeste de la bahía de Palma. Esta bahía es muy amplia, tiene una anchura de unas 14 millas hasta el faro de Cabo Blanco que la flanquea por el este y unas 8 millas de fondo hasta la capital. Esta llena de tráfico de embarcaciones de motor y vela, así como tráfico de ferrys y mercantes debido a las numerosos instalaciones náuticas que cuenta la bahía de Palma.

Al fondo de la bahía, en el norte se encuentra el puerto de Palma, al que pusimos rumbo. En él hay numerosas instalaciones. Al entrar, inmediatamente a babor, se encuentra la dársena de Porto Pi, que es donde atracan los grandes cruceros de turismo.

Después en la zona oeste y norte del puerto se localizan diferentes marinas que bordean el Paseo Marítimo.

La mole del dique de levante, delimita otras zonas de atraques y servicios en la zona este del puerto, con zonas para barcos comerciales. Al norte de éste y en la zona central se sitúan las instalaciones del Real Club Náutico y a su derecha los muelles de la Lonja y muelles Viejos, que cierran el fondo por el NE.

Habíamos reservado atraque en la Marina Port de Mallorca, situada frente a los dos hoteles Melía del Paseo Marítimo. Tras contactar por canal 9 con la marina, nos pusimos rumbo hacia el atraque situado en un punto inmejorable, junto a la puerta de entrada a las instalaciones de la marina, en la zona sur de la misma.

Las instalaciones de la Marina son muy buenas. Los barcos allí atracados eran de bastante más eslora que el nuestro. La empresa gestora es la misma que la de la Marina Ibiza que habíamos visitado en varias ocasiones, así que vaticinamos que la cuenta, cuando saliéramos, sería abultada.

Tras asearnos y vestirnos fuimos de paseo por Palma, visitando a pie la ciudad y la catedral.

Tras la visita, nos fuimos de cena al restaurante Sadrassana de la plaza de Sa Drassana, lugar que nos gustó por su decoración y por su comida. Luego nos dimos un pequeño paseo por la ciudad.

El Puerto de Palma
En Palma, zona de la Catedral y el Viajero Azul atracado en la marina

A la mañana siguiente salimos a navegar dirigiéndonos hacia la zona oeste de la bahía de Palma. Elegimos como destino cala Portals, esta es una cala con la entrada entre acantilados. En su interior, amplio hay tres zonas que acaban en playas pequeñas. A la derecha se encuentra un pequeño puerto para barcos pequeños y hacia la izquierda hay un embarcadero para golondrinas, que debe tenerse en cuenta para permitir el acceso de las mismas.

Dada la época del año, la cala estaba abarrotada de barcos fondeados pero conseguimos puesto para echar el ancla. Una vez allí nos dimos unos baños y paseos con la auxiliar, que quedó amarrada al barco.

Como el motor había dado problemas al parase el motor, José subió para ver como funcionaba el grifo de paso de combustible y por la acumulación de pesos en popa se produjo un vuelco de la auxiliar, quedando el motor bajo el agua durante unos minutos. Una vez adrizada la auxiliar, con ayuda de varios tripulantes, sacamos el motor del agua y le dimos un primer repaso, quitando la bujía y haciendo que drenara el agua que había entrado.

Tras la comida y el sesteo posterior, los barcos fondeados circundantes empezaron poco a poco a irse, dejando más espacio entre barcos, que a veces parecía que cerraban sus círculos de borneo.

Cala Portals

Una vez de vuelta al puerto de Palma, sacamos el motor de la auxiliar a tierra y le desmontamos para acceder a los puntos más afectados por la inmersión. Se procedió al desmontaje del depósito, vaciado de la gasolina y del agua que contenía dando un enjuague con gasolina limpia. Se limpiaron los conductos de combustible. Se desmontó el carburador, para quitar el agua que que se acumula siempre en el depósito inferior del carburador y que impide su funcionamiento correcto. Se desmontó la bujía y se limpiaron cables y conexiones del circuito de alta tensión que van de la bobina (hermética) a la bujía. Con un espray se rociaron otros elementos móviles del sistema de arranque y eléctricos. Se montó todo otra vez, se puso combustible nuevo, arrancando el motor a la primera.

A continuación se metió la cola con la hélice en un cubo de agua dulce y con el motor vertical y en punto muerto se le hizo funcionar unos minutos para ver que salía agua por la expulsión del circuito de refrigeración, dándose por terminadas las operaciones y volviendo a montar el motor en su púlpito de la aleta de popa.

Pasamos otra noche en la Marina de Port de Mallorca y a la mañana siguiente, martes 16 de agosto, tras llenar el depósito de agua dulce, zarpamos un poco antes de las 12:00 para ya abandonar el puerto y dirigirnos más hacia el sur de la isla.

Ya en la bahía de Palma nos cruzamos con varios buques y embarcaciones, destacando un gran velero de competición británico, el Jethou de 22 m de eslora, que entrenaba en sus aguas con unos 20 tripulantes a bordo.

Cerca del cabo Enderrocat, y almorzando pudimos ver que se nos acercaba un bergantín alemán de 65 m de eslora, el Alexander von Humboldt II, buque empleado como escuela de navegantes, que se dirigía a motor hacia el puerto de Palma. 

El balandro de competición Jethou británico y el bergantín alemán Alexander von Humboldt II 

Superado cabo Blanco, pusimos rumbo hacia el este para dirigirnos al puerto deportivo de Sa Rapita, gestionado por el Club Náutico La Rápita. Una vez allí nos dieron plaza en el pantalán E, abarloados a su extremo.

Una vez terminamos de prepararnos, nos fuimos a darnos un baño a la playa contigua al puerto. Tras es baño fuimos a un apartamento que un amigo de Álex puso a nuestra disposición para dormir, que estaba junto al puerto. Después de dejar todo preparado, nos fuimos a cenar al pueblo.

Puerto de La Rápita

El miércoles 17 decidimos irnos a navegar a vela hasta una cala próxima. El lugar elegido fue Cala Pi, situada a 6 millas al oeste de la Rápita. Esta cala es estrecha y con acantilados y rocas en las márgenes. Hubo que echar el ancla con cuidado y amarrarnos además a una roca con una estacha. La cala está protegida y es estrecha, pero el número de embarcaciones fondeadas hace que estén todas muy juntas y requiere controlar que no haya garreo hacia las rocas de los laterales de la cala o hacia otras embarcaciones.

El jueves 18 salimos del puerto de la Rapita para ir a vela hasta el archipiélago de Cabrera situado a 12 millas náuticas. Este archipiélago está declarado parque nacional marítimo-terrestre desde 1991 y es una reserva de gran valor de fauna y flora ya que no está degradado. Está formado por 19 islas e islotes, entre los que destaca la isla Cabrera que tiene un puerto natural muy protegido en el que hay boyas para amarrarse.

Hay que tener cuidado ya que está regulada la presencia de embarcaciones en la zona, de forma que hay que estar dado de alta y obtener una autorización para navegar por el archipiélago (consulta web) y amarrarte a una boya diurna. Si lo que quieres es coger boya para pernoctas nocturnas hay que reservar, dada la demanda en temporada alta hay que hacerlo con tiempo (consulta web). Andrés había reservado para el viernes, pero como las previsiones meteorológicas eran adversas (viento de tramontana) para el cruce en el el fin de semana, adelantamos la visita por si teníamos que adelantar la vuelta. La gestión de la autorización de navegación se había hecho por fax desde el club náutico de la Rapita.

Dentro del puerto de Cabrera se puede ver el castillo en un cerro y un pequeño lugar con pantalanes para desembarcar con las auxiliares y las embarcaciones autorizadas. En esa zona se veían edificaciones bajas, entre las que hay una cantina. Los que bajan a tierra pueden visitar varios puntos de interés ya que en esta isla estuvieron presos muchos franceses de la época napoleónica, hay un castillo y un museo.

Tras mucho deambular por el puerto natural, entre las boyas, costó mucho coger una para comer, dada la cantidad de barcos que había allí amarrados. Tras la comida y baño, nos dimos otro paseo, en el que revimos la visita de la zodiac de los vigilantes que nos pidieron hacer claro el nombre del barco ya que iba tapado por una defensa.

Una vez salimos de la rada fuimos hacia la Cueva Azul, situada en la misma isla. Destaca la abertura en la roca del acantilado y que las embarcaciones de turistas (y auxiliares) pueden entrar hasta su interior, de hecho cuando pasamos pudimos ver una embarcación de turistas dentro.

Salimos de la zona de la cueva y nos dispusimos a sacar velas, probando con el gennaker, pero el viento que había en esos momentos era muy escaso, por lo que hubo que arriar el gennaker.

El viernes 19 se levantó con niebla a primera hora. Recogimos todo y una vez en puerto, levantó la niebla y zarpamos con destino otra vez a la península. Durante el recorrido no hubo mayor novedad que avistar plásticos flotando que recogimos para dejar en puerto. Por la noche repetimos el sistema de guardias y fuimos con la alarma de radar para ayudar con los cruces de mercantes. Se dio el caso de un cruce con una embarcación a motor blanca bastante grande, que no detectó el radar y nos pasó por proa a una media milla. Otros barcos más grandes fueron detectados perfectamente. Fuimos a motor ayudados por vela y ocasionalmente cuando había viento a vela. 

Llegamos a Benicarló el sábado sobre las 14:30 h tras unas 27 horas de navegación.

 
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